Antigua Roma > Gladiadores romanos > Mujeres gladiadoras

En el mundo romano también existieron mujeres que de una forma u otra se dedicaron a la lucha gladiatoria, con las mismas implicaciones que los hombres, aunque bien es verdad que los motivos eran un tanto diferentes, pero las técnicas empleadas eran semejantes, dirigidas al fin primordial en la prosecución de un espectáculo dirimido a vida o muerte sin menoscabo en cuanto a la calidad del mismo. Aunque bien es cierto que las procedencias sociales de la mujeres gladiadoras fueron distintas, como ya veremos en el transcurso de esta exposición.

Los romanos distinguían dos clases de mujeres, las “feminae” o mujeres dignas de respeto, por ser esposas, madres, hermanas o familiares de las clases nobles o acomodadas y las “mulieres”, procedentes de las clases bajas, a las que no se debían tener respeto. Dicho esto debemos resaltar las mujeres que se dedicaron a la gladiatura; las primeras eran personas que voluntariamente quisieron combatir sobre la arena, por lo que no estaban obligadas a pertenecer a ningún colectivo que las pudiera contratar como gladiadoras, ya que no percibían estipendio alguno, se entregaban a la lucha por el simple placer de ello, y sin ninguna cortapisa de sus familiares, por lo que se entregaban al juego gladiatorio por simple placer, o incluso por lo que hoy diríamos “esnobismo”. Las “mulieres” en cambio si ejercían la gladiatura por necesidad, percibiendo un sueldo o premio, aunque conservaban el carácter voluntario, para llevar su entrega al ejercicio del combate con otras gladiadoras de sus mismas condiciones.

Mujeres que se dedicaron a la gladiatura

Ha de hacerse notar que el nacimiento de las gladiadoras, en un principio, tuvo el mismo origen que el de los hombres, en la necesidad de honrar a un personaje difunto en las ceremonias funerarias. No obstante esa costumbre se fue diluyendo, hasta convertirse en un juego circense sobre un anfiteatro, exactamente y en paralelo a lo ocurrido con la gladiatura masculina.

En esta primera parte de “Mujeres gladiadoras” ademas de lo ya expuesto anteriormente, es forzoso reseñar aunque sea brevemente, las noticias por las cuales nos han venido todos estos datos de las referidas mujeres.

Parece ser que los primeros datos fueron recogidos durante el reinado del emperador Nerón (37-68 d.C) reflejado en la obra de Petrornio (27-66 d.C) “El Satyricón) la primera novela conocida de la historia, de contenido satírico. Que habla de las mujeres essedadius o mujeres luchadoras sobre carros de guerra, encuadradas en los ejércitos de los britanos.

Otra referencia es dada por el emperador Domiciano (51-96 d.C), un gran entusiasta de las mujeres gladiadoras, podían luchas incluso de noche e iluminadas por medio de antorchas, enfrentándose a enanos, que fácilmente eran vencido, ya por su tamaño o falta de práctica gladiatoria. Así como una inscripción en la ciudad de Pompeya dando a conocer el primer editor de un pueblo cercano, en presentar la exhibición de gladiadoras femeninas. En la ciudad de Halicarnaso (Turquía) los arqueólogos encontraron un relieve en piedra muy bien conservado representando a dos gladiadoras “Amazón y Achillia” enfrentadas entre si, armadas ambas con espada corta y escudo cuadrado, cuyos nombres aparecen gravados en griego, estando depositado este monumento en el British Museum de Londres.

También aparece en estas evidencias de mujeres gladiadoras Nicolás de Dámaso (64-124 d.C) historiador y filósofo sirio, el cual ofrece datos sobre gladiadoras que por primera vez surgen de Etruria, soliendo actuar en fiestas privadas y banquetes, haciendo las delicias de los comensales una vez llenos sus estómagos.

Un hallazgo muy interesante lo podemos admirar en el Museum für Kunst und Gewer von Hamburg (Alemania). Gracias a Suetorio (siglo III d.C) gran historiador griego que nos permite contemplar en este prestigioso museo alemán. Se trata de una estatua de bronce, en donde aparece una gladiadora con su brazo izquierdo extendido hacia arriba, sosteniendo en su mano una “sica” (espada muy corta formando una ángulo recto), que por causa de los siglos transcurridos, le falta el antebrazo derecho y casi toda la pierna izquierda, se presenta tan solo vestida con el “subligaculum” (calzón corto), sin yelmo y con los pechos al descubierto (el topless de la época).

Tácito (56-120 d.C) otro importante historiador romano, además de ostentar cargos administrativos como senador, cónsul y gobernador nos dio a conocer junto con Dión Casio (155-235 d.C) militar e historiador romano, el cual revalida lo que aparece en El Satyricon, referente a las mujeres essedadius (las del carro de guerra) exponiendo sus fuertes críticas en cuanto que en las clases altas de Roma se permitían las luchas de gladiadoras, así como vergonzosas exhibiciones, por gran parte de esa élite romana, en teatros y mascaradas, coincidiendo además con el periodo más negativo y degenerador del emperador Nerón. Esto no significa que los romanos no supieran valorar a estas gladiadoras las cuales daban un buen espectáculo, pero al mismo tiempo a causa del machismo en una sociedad fuertemente patriarcal, surgían comentarios en ocasiones poco afortunados e incluso chistes en relación a las actividades gladiatorias de las mujeres. Ello propicio en los sectores más conservadores, continuados intentos en la supresión de este tipo de actividades por medio de decretos, conducentes a la prohibición de las luchas femeninas sobre la arena, que ya se prodigaban en tiempos anteriores, considerando que la mujer ejercía un papel muy secundario en todos los ámbitos de la vida romana, llegando a promulgar la “Ley Senatus Consultum Laricem” del año 11 de nuestra era, la cual prohibía ejercer la gladiatura a mujeres menores de 20 años. Lo que si parece cierto es que a principios del siglo III d.C, el emperador Septimio Severo prohíbe definitivamente las luchas gladiatorias de las mujeres.

Otro interesante dato que nos ha llegado hasta nosotros lo proporciona el emperador Hostilianus (251 d.C ?) al que se le atribuye la primera exhibición de mujeres gladiadoras en la ciudad de Ostia, sabido ello por medio de una inscripción, que en un principio se ha considerado durante largo tiempo la muestra de una ejecución, al ser señalada esta como “dannati ad gladium” o sea ejecución por medio de la espada. No obstante coinciden varios autores en que realmente no se trataba de una ejecución sino de combates entre gladiadoras, a pesar de que el ajusticiamiento de mujeres era una práctica muy común entre los romanos.

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