Roma Imperial > Anarquía del siglo III.d.C. > III Diocleciano

Cayo Aurelio Diocleciano Augusto, nacido en Dioclea, cerca de Salona, el 22 de diciembre del año 284, hijo de un liberto dálmata, casado con Prisca y sucesor de Numeriano, este último murió, parece ser que asesinado, confirmándose la peligrosidad que representaba el oficio de emperador por su alto riesgo, ya que Diocleciano, tuvo que asistir a una pugna entre varios pretendientes al solio de Roma, teniendo en cuenta la llamada “Anarquía del siglo III”, con un imperio en pleno declive, pero que aun podía dar mas de un susto a sus eternos enemigos, los bárbaros.
Diocleciano, aun de su extracción humilde, se hizo inaccesible para con sus súbditos, rodeándose de un gran boato, con lujosas ceremonias imperiales dándole una aureola divina, sobre todo por la exaltación a su persona, haciéndose jefe de la religión romana, caracterizándose por un ceremonial ególatra, por tal causa impuso un protocolo muy particular en el que Diocleciano propició toda clase de reverencias hacia si mismo, construyendo una barrera infranqueable con el pueblo, alejándolo de los problemas ciudadanos, al exigir Diocleciano un trato poco menos que divino.
Domiciano quiso repartir el control gubernamental de todas las provincias, en una tetrarquía, delegando sus funciones en, Maximiano, Constancio Cloro, Galerio, los cuales fueron nombrados césares, destinados a otras tantas regiones del Imperio Romano, con esta organización Diocleciano consiguió pacificar todo el territorio, alejando el peligro de las revueltas y guerras civiles, así como reforzar las fronteras, por la ya avalancha de las tribus bárbaras, que se iban infiltrando continuamente seguían produciendo guerras que de momento los romanos fueron venciendo.
Consiguió Diocleciano en un principio frenar el declive que Roma ya estaba sufriendo, estableciendo su residencia en Nicomedia (Bitinia), desde donde controlaba todos los movimientos de su ejército, Maximiano se instaló en Milán, que junto con Constancio Cloro, y Galerio se repartieron el territorio siendo nombrados como césares y augustos, las divisiones se repartieron en cuatro principales circunscripciones, la Galia, Italia, Iliria y Oriente, dependiendo de la prefectura del pretorio
Acometió Diocleciano, un nuevo reordenamiento de todo el territorio, creando muchas mas provincias, con el sistema de reagrupar unas e ir dividiendo otras. Se fueron creando diócesis gracias a la tetrarquía, en donde cada una de ellas tenía grandes atribuciones fiscales y judiciales, para lo cual se nombraron gobernadores con rango ecuestre los llamados “vicarios”, pero sin ningún poder militar, por lo que aumentó la burocracia de una forma significativa, pero este aparato administrativo no incluía al ejército.
El la parte militar Diocleciano, si, aumento su contingente, a fin de ir reforzando los puestos fronterizos, con un gran incremento de las fortalezas defensivas, posicionándolas en forma escalonada, creándose la caballería acorazada a las órdenes directas de los tetrarcas, a los cuales se debían las tribus bárbaras, como los “confederados”, a prestar servicio militar.
Aun así Diocleciano, tuvo que apostar fuerte en la defensa de Imperio Romano, llevando a cabo campañas contra las tribus del Danubio, sármatas, marcomanos, cuados, etc. Otra de las amenazas fueron las del rey persa Narsé (293-302 d.C). en Egipto tuvo que intervenir directamente Diocleciano, por el levantamiento de los blemios, por lo que el rey persa aprovechando el río revuelto ocupando Armenia, territorio principal para los intereses romanos, Galerio tuvo que contener a un antiguo protegido de Diocleciano, Terídates III siguiéndole hasta la capital persa Ctesifonte, obligando a Terídates firmar una paz muy ventajosa para Roma.
Otra terrible acción que se le atribuye a Diocleciano, es la persecución de los cristianos, pero hay que decir en honor a la verdad, que el emperador en un principio tuvo gran tolerancia hacia esta emergente religión cristiana, que ya empezaba a pisar con fuerza, pero a pesar de ello Diocleciano no pensó fuera un peligro hacia la propia religión ancestral romana. Para esta nueva escena el escritor latino y apologista cristiano Lactancio, explica que los arúspices etruscos criticaron a las gentes que no daban crédito, a los sacrificios oficiados hacia la buena marcha de la guerra contra los persas, ya que era culpa de los cristianos, por negar la autenticidad de los dioses romanos, considerando ser un ataque al estado y poniendo en peligro la existencia del mismo, Galerio con su fanatismo, declaró una acción contra los cristianos a fin de eliminarlos de la escena imperial.
El 23 de febrero del año 303, día de la fiesta Terminalia, el prefecto del pretorio se dirigió al templo de los cristianos de Nicomedia, con un contingente de soldados, invadiendo el edificio, quemando todos los objetos sagrados y destruyéndolo totalmente, motivado este acto al ser atacado e incendiado el palacio de Nicomedia, supuestamente por los cristianos.
Diocleciano enfurecido, decretó el primer edicto persecutorio contra el cristianismo, a los que se atribuían tales ataques, recrudeciéndose el mismo hasta la eliminación de sus seguidores. Se convirtió en la última persecución cristiana, breve pero muy intensa y cruel, Maximiano, uno de los tetrarcas, aunque de menor intensidad continua con tales desmanes, hasta las noticias de que Constantino El Grande, se encontraba cerca de Roma.
A pesar de la terrible persecución cristiana, esta doctrina ya se encontraba muy arraigada en todo el Imperio Romano, incluso entre muchos de sus mismos militares, Galerio, otro de los tetrarcas, dictó el último edicto en referencia a los cristianos, donde anunciaba el fin de la persecución, Diocleciano, hastiado del gobierno y viendo la desintegración de Roma como “caput mundi”, decidió retirarse a Split (Croacia), abandonando toda acción de gobierno, por mucho que le instaron a seguir sujetando las riendas de Roma, Diocleciano prefirió dedicarse plenamente cultivando el huerto de su palacio, hasta que murió placidamente, el 3 de diciembre del año 311.
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