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O deberíamos decir; Roma contra Cartago
De todas maneras en lo que respecta a Roma, esta le era una situación casi única en el desarrollo de su evolución, diríamos natural, por cuanto la supervivencia romana pendía sobre todo de sus conquistas y su crecimiento al abrigo expansionista que necesitaba, teniendo en cuenta el encorsetamiento que le suponía su República, la cual ya no le era bastante segura si quería salirse de ella en su afán y, porque no decirlo, su necesidad de más bastos horizontes abiertos a su particular “lebensraum” necesarios para ello.
Cartago según la tradición, fue fundada por la diosa Dido venida de Tiro tras la destrucción de Toya, esposa del fenicio Siqueo. Fundadora de Cartago (cerca de la actual Túnez)
Cartago por su parte, tenia en aquellos momentos una clara preponderancia hacia el mar Mediterráneo, en donde ocupaba importantes enclaves, como eran la costa Andaluza y tierras del interior, Cartago Nova (Cartagena), Baleares (Ibiza) todo el note de África, Tarifa, Egipto, Numidia costa de Libia, Córcega, Sicilia, todo ello muy a propósito para sus desarrollos comerciales, dominando toda la cuenca mediterránea ayudados en su poder militar con la eficaz flota naval caracterizada por sus famosos quinquirremes, (naves provistas de cinco filas de remos) que uniendo la gran velocidad junto con sus espolones, abordaban a los barcos enemigos destrozándolos y hundiéndolos.
Como pueblo de amplias aptitudes colonialistas y comerciales. Cartago poseía una importante industria metalúrgica, a parte de una extensa agricultura, utilizando un sistema financiero muy avanzado, siendo los primeros en crear billetes de banco.
En lo religioso los cartagineses adoraban a los dioses Baal-Haman y Tanit-Mekart, utilizando el poder de Baal-Haman, para cuando necesitaban resolver dificultades de tipo militar o social acudiendo a los sacrificios de animales, e incluso utilizando niños de muy corta edad, que para tal fin calentaban una estatua de bronce al rojo, sobre la cual las criaturas eran arrojadas vivas. Aunque con el tiempo fueron suprimidas tales horrorosas prácticas al no ser bien vistas por la sociedad de su tiempo.
Ya una vez presentados los dos protagonistas, de las Guerras Púnicas, hemos de significar al mismo tiempo, a los dos pueblos europeos en liza por conseguir sus propósitos en cuanto a conseguir la supremacía del poder político y militar del uno sobre el otro.
En cuanto a Cartago parecía tener ya resuelto su programa de supremacía ya bien trazado con anterioridad a la aparición de Roma en escena, puesto que los cartagineses dominaban toda la cuenca del Mediterráneo, tanto por la fuerza de sus armas como el buen gobierno colonial que impuso en los terrenos ocupados administrándolos magistralmente. Pero en realidad no se sentían seguros del todo, ya que se veían observados y envidiados, por otra potencia con la que teóricamente se mantenía en buena vecindad, pero evidentemente iba adquiriendo progresivamente tanta fuerza militar como los deseos de ocupar un puesto supremo en el concierto del dominio mundial.
Roma ciertamente puso sus ojos y sus anhelos en el conjunto de los dominios cartagineses, a los que tan bien les iban las cosas. Más aun por cuanto los romanos se veían atenazados por una República que ya no servía a sus intereses expansionistas, pero al mismo tiempo también recelaban de un pueblo, Cartago, el cual resultaba difícil poder dominar, al estar afianzado bajo el peso de sus armas y el dominio de sus colonias, que no era poco, sobre todo al contar con la muy poderosa escuadra naval, más aun por cuanto Roma, poseía una débil fuerza marítima aun por desarrollar.
Así es que ambas potencias se miraban de reojo, y ninguna de ellas se fiaba de la potencia contraria. Pero las cosas empezaron a ponerse feas por ambas partes.
El primer problema surgido fue sin duda la cuestión de la guerra de Sagunto, que siendo aliada de Roma surgió la controversia en el asunto referente a las minas de hierro que los turdulos y turboletas, vendían la producción que extraían de la región del Ebro a los marselleses, por tal motivo Cartago atacó a los seguntinos, puesto que estaban en sus demarcación, Roma se quejó por ello, más aun cuando por tratados anteriores la influencia de Sagunto pretendía estar a salvo del conflicto. Se estableció una serie de legaciones entre ambas potencias, llegando incluso a desembarcar en Cartagena una comitiva romana, para obtener garantías de una paz con Sagunto, pero Anibal no consintió en ello alegando la territorialidad de la ciudad a su ámbito de influencia obviando el tratado establecido con Roma; Llegando a sugerir que un grupo parlamentario fuese a la misma ciudad de Sagunto para hablar con el senado y establecer unas condiciones de paz, ya que el asedio a la ciudad por parte de los cartagineses ya había comenzado. En las conversaciones con Sagunto no se llegó a ningún acuerdo, parecía que a Roma no le interesaba la paz y quisiera entrar en guerra contra Cartago.
Tras largos meses de asedio a Sagunto, la ciudad fue asaltada destruida y pasada a cuchillo sus habitantes, resultando un duro golpe para Roma tanto por el dominio de esta plaza como por su propio prestigio.
Otro de los litigios entre Roma y Cartago surgieron a consecuencia del gobierno del rey de Numidia al serle suprimiendo territorios sometidos por Cartago, elevando quejas de aquellos hacia Roma, la cual no quiso intervenir a pesar de los antiguos acuerdos suscritos con los cartagineses. El senador Catón a todo ello interviene en contra de Cartago con las célebres frases al final de sus discursos “me parece bien que Cartago no exista”. Escipión no obstante opinaba que Roma tenía miedo de incomodar a Cartago y que esta tomara medidas coercitivas.
Por consiguiente la creciente enemistad entre Cuartago y Roma va en aumento exponencialmente, caminando hacia la confrontación bélica de forma muy fehaciente.
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