Antigua Roma > Gladiadores romanos > Gladiadoras y el erotismo.

Romanos militarizados, donde sus mujeres bajo un determinado rol social, supeditado por un patriarcado en ocasiones misógino, que en un principio no dan crédito el ver sobre la arena de un circo luchas armadas de mujeres semi desnudas, pechos descubiertos y largas piernas, he incluso desprovistas de cascos, dejando ver sus cabellos anudados en lo alto de la cabeza, que ademas dejan ver sus rostro ante los espectadores.

Por otra parte las gladiadoras se regían por las mismas normas gladiatorias imperantes en aquellos momentos

Para los romanos era algo extraordinario ver al elemento femenino, de tal manera aunque fuera en un recinto cerrado, ya que por la estricta moral social impuesta hacia la mujer, estaban acostumbrados a verlas vestidas puritanamente con túnicas que las cubrían desde la cabeza a los pies, sin ningún resquicio carnal a la vista.

No obstante todas estas consideraciones púdicas de la mujer romana, no fueron impedimentos para que las gladiadoras, pudieran exhibirse sobre la arena con ropajes tan mínimos, puesto que tras las primeras sorpresas de verlas en plena acción, supieron valorar tanto el coraje en la lucha como la maestría que pudieron demostrar en el manejo de las armas, sin desmerecer cualidades con respecto a sus colegas masculinos. Por otra parte las gladiadoras se regían por las mismas normas gladiatorias imperantes en aquellos momentos, tanto en el vestuario como las reglas del combate, existía una variante en cuanto al casco o yelmo, puesto que la moda romana femenina consistía en peinados de largas cabelleras que las gladiadoras no quisieron suprimir, por lo que el no tener cabida en un casco, optaban por anudárselo en una especie de trenza recogida esta sobre su cabeza, colocándolas en un evidente peligro de recibir un mal golpe sobre la cara o la cabeza. Es de destacar que durante los entrenamientos, las gladiadoras utilizaban una vestimenta de felpa cubriéndoles el pecho llamada “Endromis”.

Aquí es donde surge la controversia, entre algunos relevantes personajes romanos e incluso en autores modernos sobre, la concupiscencia que pudieran resultar en tales espectáculos “tan deshonestos” (según ellos) el temido erotismo que siempre ha acompañado a toda la humanidad ya desde las lejanas cavernas. Existía una gran preocupación por otra parte de que aun tímidamente la mujer romana aprovechaba cualquier ocasión para, sino equipararse al hombre en todas sus manifestaciones (cosa muy difícil en el mundo machista romano) escalando en lo posible esa igualdad que la mujer siempre ha intentado en todo momento, por lo que fueron muy criticadas las luchas de gladiadoras por Tácito y Juvenal. Quisieron ver una dicotomía, entre la lucha gladiatoria femenina y su componente erótico que pudiera implicar una valoración sexual en el combate susceptible de anular al valor en si de la gladiatura. Pero los romanos, según investigaciones recientes, daban todo su valor a la lucha que se desarrollara sobre la arena de las gladiadoras, las cuales ponían toda la carne en el asador cuando se trataba de una exhibición armada, a fin de dar una buen espectáculo tal y como reclamaban los espectadores del circo. Ciertamente que el hombre romano (como puede ocurrir hoy en día) le era agradable ver que una mujer a parte de ofrecer una buena lucha en pro de la gladiatura, por la observación añadida de unas formas femeninas, que normalmente a los hombres no se le ofrecían con asiduidad, y que estas pudieran despertarles pensamientos eróticos. Pero es que entre las mujeres también fueran susceptibles en tener fantasías eróticas, cuando presenciaban luchas gladiatorias masculinas, los cuales poseían unas anatomías atléticas muy destacables, e incluso entre los mismos hombres, donde la homosexualidad era una práctica común perfectamente tolerada por la sociedad de Roma. Por otra parte, existía en ocasiones mujeres condenadas a muerte que eran exhibidas en la arena completamente desnudas humillándolas así para dar más fuerza al suplicio a que eran sometidas.

Se ha de resaltar que las mujeres que accedían a este tipo de vida, lo eran con pleno consentimiento de sus esposos, padres o familiares, que incluso veían en ello como una exaltación del espíritu guerrero del que todo romano estaba orgulloso en una sociedad tan belicista, dispuesta siempre a dominar a todo país de su entorno a fin de imponer sus costumbres y su cultura, subyugando a sus enemigos pacíficamente o por las armas.

El periodo en la existencia de las gladiadoras, aparecieron en el siglo I de la era cristiana, hasta el reinado de Honorio (384-423 d.C) que lo prohibió en el siglo cuarto.

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